La Tricolor no pudo superar los cuartos de final de la Copa América del Centenario: cayó ante el anfitrión EEUU 2 a 1 y terminó el sueño de hacer la mejor Copa América de la historia, tal cual lo habían expresado dirigentes, cuerpo técnico y jugadores.

Si bien es cierto se superó lo realizado en los últimos torneos, no es para lanzar campanas al viento, ni caer en el desmedido optimismo de calificar como exitosa la participación, ni tampoco ser drástico al señalar que ha sido fracaso. Simplemente se cumplió, nada más. Dos empates, una victoria ante el débil representativo de Haiti y una derrota ante los locales. Simplemente se cumplió.

Más allá del criterio del DT Gustavo Quinteros, es evidente que la selección ha experimentado un bajón enorme en su funcionamiento en relación al brillante arranque de las Eliminatorias, acumulando cuatro victorias consecutivas y demostrando un juego claro, innovador y con un sello ofensivo, caracterizado por una enorme personalidad.

Los últimos compromisos ante Paraguay (2-2) en Quito y la derrota (3-1) ante Colombia en Barranquilla demostraron que el equipo perdió funcionamiento. No tuvo ni la solidez defensiva, ni el dinámico juego del medio campo, ni la capacidad resolutiva de los atacantes. Esto obligaba de cierta forma, y así lo sostuvo en algún momento el seleccionador, que se debía buscar alternativas y empezar un inteligente recambio generacional.

La Copa América en los EEUU se presentaba como el perfecto laboratorio para plasmar esos objetivos y preparar el equipo para las Eliminatorias al mundial de Rusia, que se retoma la competencia en el mes de septiembre y, que en verdad, es el objetivo prioritario y más importante.

A la luz de los resultados, ni lo uno ni lo otro. No se pudo cumplir con el discurso de la mejor actuación de la historia, y lo más lamentable, no se pudo probar con otros elementos que piden espacio en la selección, muchos de ellos brillando en el campeonato nacional y  en torneos internacionales a nivel de clubes. Esta Copa América debió servir como un parámetro para evaluar si están  en condiciones y preparados con la capacidad para defender la casaquilla nacional y aportar para lograr el sueño futbolero de clasificar nuevamente a la cita mundialista.

En 60 días más el equipo de todos deberá recibir a la selección de Brasil y de inmediato visitar Lima para medir a Perú. Dos meses para encontrar respuestas a muchas interrogantes: ¿cómo recuperar la solvencia defensiva?, ¿podrá en tan corto tiempo aparecer un zaguero que apuntale la defensa o un mediocampista que ofrezca una alternativa  para cambiar la manera reiterada y previsible de salir al ataque ?, o ¿en un par de meses podrá el DT encontrar el goleador que tanta falta hizo en esta Copa?

Hay muchas preguntas y por ahora pocas respuestas. Ojalá, por el bien de nuestro fútbol, la razón le corresponda a Quinteros y que quienes pensamos diferente, sin ser detractores o «idiotas», estemos equivocados y que la Tri siga sumando actuaciones y puntos para clasificar al Mundial, porque al fin de cuentas es el sueño de todos.

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